No fragmento a seguir, retirado do livro Diarios de motocicleta, Ernesto “Che” Guevara relata sua viagem pela América Latina, junto com Alberto Granado, na década de 1950.
Y algo así hicimos: tomamos los bártulos y partimos rumbo a Chuquicamata, la famosa mina de cobre. Pero no era una sola jornada. Hubo un paréntesis de un día en el cual solicitamos permiso a las autoridades para visitarla y fuimos despedidos como corresponde por los entusiastas marineros báquicos. Tumbados bajo la sombra magra de dos postes de luz, al principio del árido camino que conduce a los yacimientos, pasamos buena parte del día intercambiando algún grito de poste a poste, hasta que se dibujó en el camino la silueta asmática del camioncito (1) que nos llevó hasta la mitad del recorrido, un pueblo llamado Baquedano.
Allí nos hicimos amigos de un matrimonio de obreros chilenos que eran comunistas. A la luz de una vela con que nos alumbrábamos (2) para cebar el mate y comer un pedazo de pan y queso, las facciones contraídas del obrero ponían una nota misteriosa y trágica, en su idioma sencillo y expresivo contaba de sus tres meses de cárcel, de la mujer hambrienta que lo seguía con ejemplar lealtad, de sus hijos, dejados en la casa de un piadoso vecino, de su infructuoso peregrinar en busca de trabajo, de los compañeros misteriosamente desaparecidos, de los que se cuenta que fueron fondeados en el mar. El matrimonio aterido, en la noche del desierto acurrucado uno contra el otro, era una viva representación del proletariado de cualquier parte del mundo. No tenía ni una mísera manta con que taparse, de modo que le dimos una de las nuestras y en la otra nos arropamos como pudimos Alberto y yo. (...)
A las 8 de la mañana conseguimos el camión que nos llevara hasta el pueblo de Chuquicamata y nos separamos del matrimonio que estaba por ir a las minas de azufre de la cordillera; allí donde el clima es tan malo y las condiciones de vida son tan penosas que no se exige carnet de trabajo ni se le pregunta a nadie cuáles son sus ideas políticas. Lo único que cuenta es el entusiasmo con que el obrero vaya a arruinar su vida (4) a cambio de las migajas que le permiten la subsistencia.
A pesar de que se había perdido la desvaída silueta de la pareja en la distancia (5) que nos separaba, veíamos todavía la cara extrañamente decidida del hombre y recordábamos su ingenua invitación: –“Vengan, camaradas, comamos juntos, vengan, yo también soy atorrante”– con que nos mostraba en el fondo su desprecio por el parasitismo que veía en nuestro vagar sin rumbo.
Y aquí los amos, los rubios y eficaces administradores impertinentes que nos decían en su media lengua: –“Esto no es una ciudad turística, les daré una guía que les muestre las instalaciones en media hora y después harán el favor de no molestarnos (3) más, porque tenemos mucho trabajo”. La huelga se venía encima. Y el guía, el perro fiel de los amos yanquis: “Gringos imbéciles, pierden miles de pesos diarios en una huelga, por negarse a dar unos centavos más a un pobre obrero (...)”. Y un capataz poeta “esas son las famosas gradas que permiten el aprovechamiento total del mineral de cobre, mucha gente como ustedes me preguntan muchas cosas técnicas pero es raro que averigüen cuántas vidas ha costado, no puedo contestarle, pero muchas gracias por la pregunta, doctores.” Eficacia fría y rencor impotente van mancomunados en la gran mina, unidos a pesar del odio por la necesidad común de vivir y especular de unos y otros, veremos si, algún día, algún minero tome un pico con placer y vaya a envenenar sus pulmones con consciente alegría. (...)
(ERNESTO "CHE" GUEVARA)
(Diarios de Motocicleta. Cidade do México: Ocean Sur, 2007.)
De acordo com o primeiro parágrafo, Alberto e Ernesto estão a caminho de Chuquicamata.
Retire desse parágrafo, em espanhol, duas expressões que designem esse mesmo lugar. Em seguida, explique a metáfora presente em la silueta asmática del camioncito (1).