TEXTO II
La vecina de la mala cara
Virginia Carrillo
Por el ritmo de trabajo que tengo, poco interactúo con las familias que habitan las casas que colindan con la mía. Sin embargo, la relación con los vecinos ha sido amable y cordial. Pero una de estas tardes, estando de vuelta en casa, salí al patio por un menester propio de lo doméstico y mi mirada se topó sorprendida con que el muro trasero había crecido hacia arriba, varias filas de bloques aumentaban su altura casi en un metro y sobre el borde se veía el empiece de un techo. “¿Cómo, si el muro es mío y está dentro de los límites de mi terreno?”, pensé al tiempo que mi perplejidad se tornaba en enojo cuando me di cuenta de que los faroles que penden de mi barda ya no tenían sus focos. Además de la invasión a mi espacio, un robo vulgar remataba la evidencia del abuso. Decidida, me dirigí a la calle de atrás para hablar con los propietarios del domicilio en que se levantaba la construcción. Una señora joven escuchó con mala cara la manifestación de mi extrañamiento: “¡Mi esposo habló con su esposo y le dijo que no había problema!” - me respondió. “Qué raro, yo no tengo esposo, y además en mi casa no habita nadie más que yo” - le dije casi sin poder aguantar la risa.
Incidentes como éste evidencian la ausencia de normas y reglamentos que estén socializados lo suficiente para regular de manera eficaz la convivencia comunitaria en nuestra localidad. Una prima que radica en Italia me comentaba con respecto a ello que ahí existen reglas hasta para lo más insignificante - colocación de plantas, mascotas, ruido, uso de ventanas - que toda la gente conoce y que se hacen efectivas si alguien osa transgredirlas.
Pero la falta de consideración hacia el otro, que va desde la invasión de su espacio hasta la violación de sus derechos que se manifiesta en la utilización de inmuebles, de sitios públicos, del tránsito por calles - no respetar un paso peatonal, por ejemplo -, parece estar normalizada en nuestras costumbres de convivencia. El mal uso del poder que confiere el volante de un automotor en la relación conductor/ciclista, automovilista/motociclista; o, como en mi caso, la conducta abusiva que se expresa de muro a muro en colonias y fraccionamientos, dan fe de la falta de civilidad que nos caracteriza y en esta dinámica, pienso: “¿cómo esperar que los conciudadanos que gobiernan, que ejercen autoridad respeten el erario público y cumplan la ley?” En lo individual está el origen de lo público.
(www.revistayucatan.com)
Responda em português: No primeiro parágrafo, há dois conectivos que indicam ideias em oposição. Cite esses conectivos e as respectivas ideias que se opõem.