TEXTO I
El milagro de P. Ibáñez
José Luis Hurtado
Puede parecer una exageración, que para mí no lo es (1), decir que Francisco Ibáñez en los últimos años del siglo XX y primeros del presente, a través de una obra extensa y simplemente no lo suficientemente valorada (al menos en lo que debería), se ha convertido en el gran cronista de la casposa realidad española, siguiendo la estela de personajes tan ilustres en el tiempo como Quevedo o Larra. Y quizás ese no lo suficiente reconocido prestigio se deba a la dificultad de que, en Europa, el cómic (que no en los USA) se siga considerando como algo menor, sin importancia, o ya saben... “para críos”.
Ibáñez ha elegido la viñeta, no la pluma, para situarse a la altura de los grandes narradores de la exageración humana y ha creado dos de los personajes más famosos del cómic internacional, (que a veces hay que salir fuera para darse cuenta de ello) (2).
Cuando se retrata la exageración, cuando se habla o se narra, para dotar de comicidad una aventura, uno corre el riesgo de ser superado por la realidad, y a resultas de todo, eso es lo que le ha pasado a Ibáñez, que, de retratar la exageración para regalar sonrisas, se ha acabado convirtiendo en un espejo social, impoluto e incorruptible. “Mortadelo y Filemón”, dos encantadores inútiles con un alma más que infantil, fundadores de una agencia de información de inclasificable cometido y más bien nula actividad, acabaron convertidos en agentes de un gobierno, de castañuelas y pandereta, que, año tras año, se ha ido pareciendo más y más al de nuestra nación o viceversa (3).
Así sucedió en el que para mí es el mejor y más preciado documento escrito sobre un año (1982) y un evento, “En marcha el mundial 82”, en donde se contaba con algo de exageración, pero fidelidad en lo esencial: las inauguraciones, proyectos y grasas varias que surgieron en nuestro país, ante tal acontecimiento.
Ahí ha estado toda la mala leche de Ibáñez. Una de sus constantes siempre ha sido la completa irreverencia hacia todo tipo de instituciones y personajes y la continua presentación de los dirigentes y gobiernos como entes ridículos, incompetentes y atolondradamente avariciosos.
Pero no sólo a los poderosos, o a los jefes como “El Súper”, presentado como el típico burócrata franquista, apoltronado en su cargo; sino a los científicos, siempre terriblemente peligrosos, descontrolados y obsesionados por el progreso del hombre, incluso a costa del hombre, como el Profesor Bacterio. Los álbumes de “Mortadelo y Filemón”, sin nada que envidiar a los de “Astérix y Obélix”, parten de un universo propio (en el caso de Astérix veintitantos siglos antes de la época actual), para demostrar que la realidad que nos rodea en nuestras vidas y en el día a día ciertamente parece sacada de un tebeo, porque así estamos todos de locos, y así es la locura del ser humano. En este sentido, quizás Ibáñez sea de los pocos que pueden pararse y mirar alrededor y darse cuenta de que nuestras cosas, nuestros mundiales, olimpiadas, grandes eventos, pequeñas miserias, ambiciones, sobornos, trapicheos y demás miserias son del todo ridículas y dignas del mejor de los chistes.
(Adaptado de www.miradas.net)
Hurtado deixa clara sua preferência por uma das histórias de Mortadelo y Filemón. Em português, identifique essa história e explique a razão da preferência.