TEXTO I
RITUALES MAYAS ACTUALES (I)
El presente artículo es el quinto de una serie sobre los trabajos del proyecto “Etnografía de los mayas de la Península de Yucatán”. (...)
En este trabajo nos ocuparemos de los ceremoniales vinculados con la tierra, el monte, la milpa y con el que tiene que ver con el apaciguamiento de las entidades etéreas, los denominados “vientos”, esos entes “invisibles e intangibles que se encuentran en todas partes, particularmente en el monte, en las cuevas y en los cenotes que pueden actuar por cuenta propia o por voluntad de los dioses, espíritus o hechiceros”. (Villa Rojas, 1978: 383). (...)
Las ceremonias de Jéets’ Lu’um, el Ch’a’ Cháak y el Waajikool se reconocen como ceremonias agrarias debido a que se encuentran directamente ligadas a la actividad agrícola y por extensión a la naturaleza en su conjunto.
1 - El Jéets Lu’um lo realiza el campesino maya (1) en el momento que decide tomar porción del monte para desmontarlo y “hacer su milpa” en dicho lugar. Debido a que en el pensamiento maya el monte se considera como un lugar sagrado (...). Mediante esta ceremonia se pide permiso al “guardián del monte” (Kanan k’aax) porque de no hacerlo, el campesino se encontrará expuesto (2) al ataque de los “vientos malignos” provocándole enfermedades y condicionándole los volúmenes de su cosecha. (...) Por eso, al Jéets’ Lu’um se le reconoce como una ceremonia de fundación.
2 - El Ch’a’ Cháak, ceremonia agrícola por excelencia, se le reconoce ampliamente como la ceremonia para pedir o atraer la (Santa) lluvia esencial para la milpa. Empero, restringir la ceremonia a este hecho le restaría contenido a este ritual, que por las evidencias encontradas en campo el Ch’a’ Cháak es concebido más que un mero ceremonial de atracción de la lluvia - aunque es su fundamento - para la milpa; es una “rogación” (como se le llama en algunas localidades) por lluvia que se hace teniendo en mente al monte entero, ya que de esa manera “la resina del cielo” reactivará y reanudará el ciclo vital del Yóok’olkab del hombre en sí y de la comunidad. La lluvia beneficiará desde el más pequeño de los seres vivos hasta el más complejo de la creación.
3 - El Waajikool (Jaanlikool): comida de la milpa. Es una ceremonia de agradecimiento y también de petición; se agradece a las divinidades el haber concedido la posibilidad de obtener una cosecha; independientemente de los volúmenes alcanzados, ya que -se concluye- tal fue la voluntad de Dios. Es de petición, ya que como parte del ritual se incluye la petición a las divinidades (católicas y mayas) de que le sean benévolas en el ciclo siguiente. (...) Como ya es común en las actividades religiosas mesoamericanas, la elaboración colectiva de comida (que tiene como base el maíz) es parte de la ceremonia misma, porque la comida es la ofrenda a los dioses (...). Estos preparativos, al ser colectivos, al ejecutarse en un ambiente en donde es condición el destierro de todo sentimiento de discordia, permite -obviamente- el fortalecimiento de las relaciones comunales; el acto mismo restablece el orden cosmogónico y la integración del grupo.
Tanto en el Waajikool y Ch’a’ Cháak se activan las territorialidades, reales e imaginarias, una vez que con sus invocaciones, en su conciencia reconstruye una territorialidad a partir de la rememoración de lugares imaginarios, míticos, de cenotes, múules, iglesias, sitios arqueológicos, etc.
Antrop. Juan Ramón BASTARRACHEA MANZANO. Sección de Antropología Social del Centro INAH-Yucatán. (Mérida, agosto de 2002. http://edicion.yucatan.com.mx)
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Cada uma das três cerimônias descritas no texto tem função distinta ao longo do processo de plantio. Caracterize uma dessas cerimônias, indicando a sua função.