En nuestra oficina (19) regia (2) el mismo presupuesto desde el ano mil novecientos veintitantos, o sea desde una época en que la mayoría de nosotros estábamos luchando con la hipotenusa y las comas. Sin embargo, el jefe (1) se acordaba (3) dei acontecimiento y a veces, cuando el trabajo disminuía, se sentaba (7) familiarmente sobre uno de nuestros escritórios (13), y así, con las piernas colgantes que mostraban después dei pantalón rayado unos inmaculados calcetines blancos, una inmaculada camisa con cuello y una corbata (14) roja, nos relataba (9) más una vez, con su vieja emoción y las quinientas noventa y ocho (4) palabras de costumbre, el lejano y magnífico día en que su Jefe - él era entonces Oficial Primero - le había palmeado (8) el hombro y le había dicho: "Muchacho, tenemos presupuesto nuevo", con la sonrisa amplia y satisfecha dei que ya ha calculado cuántas camisas podrá comprar con el aumento. Un nuevo presupuesto es (10) la ambición máxima de una oficina aburrida (5). Nosotros sabíamos (12) que otras dependencias de personal más numeroso que la nuestra (16) habían obtenido presupuesto cada dos o tres anos. Y las mirábamos (6) desde nuestra pequena isla administrativa (17) con envidia (15) ________ nunca pasamos de una docena de empleados y era lógico que nadie se preocupara de una oficina así de reducida (18).
(Adaptado de: BENEDETTI, Mario. Montevideanos. Disponível em:
El hueco puede ser adecuadamente rellenado por